Donald Trump se ha jactado en twitter de que su “botón nuclear” es más grande que el de Kim Jong-Un, el líder de Corea del Norte. Es una respuesta al discurso de Año Nuevo del coreano en el que decía que había “completado” las fuerzas nucleares del país y tenía el botón de lanzamiento siempre a mano.
Más allá de la lectura freudiana que ya se encargan de hacer los demócratas (“está obsesionado con demostrar que el suyo es más grande y fuerte que el de cualquier otra persona”, decía el congresista Jim Himes), nos hemos preguntado no sólo cómo funciona ese botón, sino si efectivamente el de Trump es el más grande.
No hay ningún botón
Eso es lo primero que debemos entender: el “botón nuclear” es solo una metáfora. La complejidad de un ataque nuclear (y su peligrosidad) hacen que el proceso sea mucho más largo y complejo de lo que la idea de botón sugiere. No obstante, a efectos prácticos, el resultado final es muy similar: una vez que se toma la decisión, que “se pulsa el botón”, ya no hay marcha atrás.
Lo más parecido a ese ‘botón nuclear’ es el llamado ‘nuclear football’, un maletín que nunca está a más de tres metros del Presidente y que guarda los “códigos de oro”, el sistema de autentificación que se usa para confirmar los ataques. El procedimiento incluye algunos números que deben ser memorizados y otros que forman parte de una tarjeta cuyos códigos cambian de forma regular.
En ese maletín se encuentran, además, los protocolos de ataque nuclear, un sistema de telecomunicaciones cifrado, los sitios seguros donde el Presidente podría refugiarse y, en general, todo lo necesario para poner en marcha un ataque nuclear en menos de 15 minutos. Por seguridad, hay dos copias idénticas del maletín:una se guarda en la Casa Blanca y la otra acompaña al presidente.
El tamaño del “botón de Trump”
Los presidente de Rusia y Francia también han sido vistos con maletines similares. Suponemos que el sistema de Corea del Norte seguirá una pauta similar. No obstante, el tamaño sí que importa. En 2010, EEUU contaba con 5.113 ojivas nucleares operativas. Es un arsenal inmenso, pero está lejos de las 31.225 que llegó a tener en plena Guerra Fría.
Se calcula que Rusia, tan dada siempre al maximalismo, tiene tres veces más y roza las 14.000. Aunque no tenemos claro, cuántas están operativas realmente. El resto de potencias nucleares no se acercan a esas cifras. Eso hace que, aunque el de Trump no sea el botón más grande del mundo, seguramente es el que en mejores condiciones se encuentra y, por eso mismo, el que mejor funciona.
¿Cómo se desencadena el fin del mundo?
El primer paso es que el presidente decida atacar algún punto del planeta. Es el momento central, es el único que puede hacer y, además, nadie puede frenar el proceso una vez que lo ha iniciado. Eso no quiere decir que no tenga que consultar su decisión.
Sí tiene que consultarlo con ciertos cargos políticos, asesores y mandos militares. Pero la decisión es suya y solo suya. De hecho, esta reunión puede ser solo una formalidad de pocos segundos o durar horas y horas. Depende de lo que tarde en decidir el inquilino del despacho oval.
Si la decisión es atacar, acaban los preparativos y comienza el proceso: el responsable del Pentágono debe verificar que la orden viene del Presidente a través de los famosos códigos nucleares. Una vez confirmado, el Pentágono manda un mensaje cifrado de 150 caracteres a todos los operativos relacionados.
En ese mensaje está todo: los miseles que deben lanzarse, el lugar y la hora que se van a atacar y los códigos necesarios para el desbloqueo. Según explican los expertos, este proceso puede durar tan solo tres minutos. Y solo son necesarios 12 minutos más, para que las confirmaciones se completen. En total, un cuarto de hora es suficiente para desencadenar el Apocalipsis y desatar “un fuego y una furia como jamás se hayan visto”. Buena manera de empezar el año.