Ayer estuvimos pendientes del arribo de OSIRIS-REx, la misión espacial para interceptar un asteroide, tomar una muestra física de éste y traerla de retorno a la Tierra y fue un éxito.
La cápsula debía aterrizar en centro de test y entrenamiento de Dugway en Utah, EEUU, luego de un viaje de siete años ida y vuelta al asteroide 101955 Bennu el cual arribó en 2018 y orbitó hasta retirar la muestra.
El retorno de la misión tenía muchos riesgos, especialmente que la cápsula se quebrara al aterrizar, o que los paracaídas fallaran y la muestra se contaminara. Por suerte para la ciencia, la cápsula llegó como se esperaba luego de recorrer 5.700 millones de kilómetros.
La importancia de Bennu raadica en que es un asteroide formado en la misma época de la formación del sistema solar, por ende es una cápsula del tiempo de los compuestos y elementos que formaron todos nuestros planetas. Gracias a estos compuestos, muchos de ellos orgánicos, se estima que permitió la formación de la vida en nuestro planeta.
Son asteroides considerados primitivos, y su composición podría confirmar o desestimar cientos de teorías sobre la evolución en el planeta y su formación.
OSIRIS-REx es la primera misión de los EEUU en traer muestras de un asteroide, con anterioridad fueron los japoneses con Hayabusa y Hayabusa 2 los que lo habían logrado, esto sin considerar las muestras lunares, pero esa fue una misión tripulada y mucho más cercana.
Y aunque parezca que la misión ya terminó, no señores, la nave todavía tiene vida útil y ahora se dirige a visitar el asteroide Apophis ya que lo único que regresó fue la cápsula conteniendo la muestra, el resto de la sonda sigue activo.
