Hace casi un año el cierre de 960 sucursales avizoraba un final casi inevitable: el fin de Blockbuster. Una compañía que tuvo un auge a mediados-fines de los 1990, con la masivización de Internet y discos pirateados (así como el ridículo encarecimiento de los alquileres) nunca supo cómo adaptarse a los nuevos tiempos y cambiar su modelo de negocios para recuperar la clientela perdida.
Por esa razón, anduvo avisando a los grandes estudios de Holywood acerca de su futuro: lo más probable es que, a mediados de septiembre, se declaren en bancarrota (Capítulo 11), lo que les permitirá reorganizarse un poco mejor para ver si pueden afrontar la situación de un modo diferente.
Los mayores competidores son basados sólo en Internet, lo que les brinda una clara ventaja frente al modelo basado en tiendas físicas de Blockbuster (que además representan un costo enorme). Los oponentes, como Netflix, pueden ofrecer un catálogo gigantesco de películas que envían por correo (o en algunos casos como iTunes, la persona directamente descarga lo que quiere ver); Blockbuster, en cambio, no tiene otra alternativa salvo apoyarse en el stock y catálogo disponible en cada tienda, lo que lo hace más falible.
Vía Electronista.
