Este es un estudio que asesta un golpe durísimo al mercado de las televisiones 3D, claramente indicando el larguísimo camino por recorrer que tienen los fabricantes para poder ofrecer el producto que la gente quiere. Luego de vivir la experiencia 3D, es más probable que el consumidor cambie de opinión de un sí a un no (sobre su deseo de comprar una televisión en 3D que viceversa.
La encuestadora Nielsen encontró que previos a sentarse frente a una TV 3D, el 25% de los encuestados dijeron que era posible que compraran una el próximo año, mientras que el 13% opinaba lo contrario. Luego de ser expuestos a una tele 3D, los nuevos números eran 12% y 30%, hablando de posibilidades o no de comprar una el próximo año, respectivamente.
Sin dudas, lo contrario a lo que todo fabricante esperaría (y debería lograr). Los principales motivos por los cuales los consumidores actuaron de este modo fue el razonamiento sobre el poco contenido que se crea en 3D (por ejemplo en televisión por cable), la incomodidad generada por los opulentos anteojos, además de una performance que no es la esperada por uno (ni la que le prometieron). Motivos completamente entendibles, y los cuales comparto, sobretodo el último: para mí el 3D tampoco es la gran cosa (excepto cuando hablamos en videojuegos, ahí sí creo que es una experiencia gratificante). Lo de los anteojos es ya bastante quisquilloso, y lo del contenido es una cuestión de tiempo (sin embargo acá en Argentina apenas tenemos contenido propio creado en HD, así que ni quiero saber cuánto tardará en llegar el contenido en 3D, si es que llega).
Vía Gizmodo.